Empezamos el día desayunando croisants y con una nueva aventura: ahora que empezábamos a controlar el metro y los trenes de Tokyo, resulta que en Kyoto lo que se lleva es el autobús.
Para empezar, se entra por la puerta trasera. En segundo lugar, se paga cuando te bajas. Y para terminar, entra mucha más gente de la que uno podría esperar. ¡En Kyoto la gente se quiere mucho!
Bueno, además el mapa es bastante grande y algo complicado (imagino que le iremos cogiendo las vueltas). Esto es solo medio mapa:
Para empezar, se entra por la puerta trasera. En segundo lugar, se paga cuando te bajas. Y para terminar, entra mucha más gente de la que uno podría esperar. ¡En Kyoto la gente se quiere mucho!
Bueno, además el mapa es bastante grande y algo complicado (imagino que le iremos cogiendo las vueltas). Esto es solo medio mapa:
Kyoto es una ciudad de casas bajitas (4 o 5 plantas) y calles organizadas en cuadrícula. Rodeando la ciudad hay unas montañas muy románticas que están plagadas de templos, que junto alguno que hay en el centro, suman unos 2.000.
Nosotros hemos decidido visitar solo los más importantes, que son unos 10 o 12 y hoy vamos a recorrer el paseo de los filósofos: ¡jardines zen a mogollón!
También había bastantes edificios chulos en parajes bucólicos:
Uno de los templos que visitamos es el Ginkakuji, que en japonés significa el templo de plata. El Shogun que lo mandó construir quería que el techo de uno de los pabellones fuera de plata, pero se quedó sin dinero y se conformaron con pintarlo de gris, aunque mantuvieron el nombre:
¿Y qué sería un jardín sin flores? (estas fotos son pensando en Tomás)
Visitar tanto templo da algo de hambre, y nos entramos en uno de los restaurantes de la zona. Aunque no tenemos fotos, la curiosidad de hoy fue compartir la mesa con una familia japonesa.
Después de comer, la sorpresa del día: ¡animalitos! Unos pájaros acechando (había unos 10 de este tipo)
Unas tortugas de río, que se dejaron fotografiar amablemente
Y lo más espectacular: caballos con arqueros sumarai
Estos últimos hicieron una demostración disparando a la carrera sobre un cartoncito del tamaño de un folio. ¡Uooohhh!
Por último visitamos el castillo de Nijo, que tiene unos jardines muy bonitos y una curiosidad: el suelo de madera suena como un ruiseñor ruido cuando alguien anda por encima, dicen que para detectar a los intrusos (yo creo que para que el dueño del castillo se divierta)
Y aquí vimos a la primera pareja de kimonos, son adolescentes que pasean cogidos de la mano y vestidos con la ropa tradicional. Son bastante comunes, pero por ser los primenos le hicimos un "robado"
Me encantan tus reportajes, y las fotos son chulísimas
ResponderEliminarGracias mamá, las fotos son por la cámara de Luis, que hace magia en las manos de un novato :)
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